Crónica De Un Puente

Yo que había planificado un puente tranquilito, en el que iba a dormir mucho, iba a estudiar más y me iba a cargar las pilas al máximo y… me he encontrado con un puente en el que ha habido de todo menos descanso (amos, que si lo llego a saber me pillo fiesta el martes, hombrepordios)

Estudiar, lo que se dice estudiar, pues más bien poco (con el cargo de conciencia que esto me supone)

Para contrarrestar, me encontré haciendo de árbitro en un rifi-rafe entre un argentino y una niña de 8 años. Lo que me llegué a reír no os lo podéis imaginar, eso sí creo que la niña acabo pensando (además de que existían botellas voladoras) que yo había perdido unas cuantas docenas de tuercas.

También me encontré, por sorpresa, con un viaje a la ciudad de los vientos huracanados y otro a la ciudad de las nieblas. Del primero vine cargadita de bolsas (como si regalaran las cosas) y en el segundo descubrí partes de la ciudad que jamás había pisado.

Además, cuando Luna-tica me regaló un “¡Estoy orgullosa de ti!” me entraron unos calores interiores y se me hincho el pecho como a un pavo real en celo (yo también estoy orgullosa de ti, reina)

Y, como traca final de fiestas, un paso, de varias horas, por el Servicio de Urgencias de nuestro queridísimo Hospital (eso sí, de sufridora acompañante que, por si no lo sabéis, no te da derecho a ocupar cama) con los respectivos mosqueos hacia el equipo médico y demás.

Menos mal que hubo otro planes a los que no me apunté si no hoy no me recogen ni con pala.

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